BUENOS AIRES.- Lo tuvo en sus manos pero lo dejó ir. Gimnasia de La Plata fue como un “lobo” sin garras ni dientes para morder a su presa donde más duele. De hecho, sufrió los síntomas de lo que se imaginó era su próxima víctima, y se volvió presa fácil de un Quilmes que antes de verlo, estaba más allá que de acá y finalmente le escapó al descenso.

El 2-0 que tiró abajo la ilusión de la mitad del pueblo platense -porque la otra mitad (Estudiantes) festejó la derrota ajena como un triunfo propio- se gestó en un horror del bueno de Fernando Monetti, el arquero del momento que tuvo un error que resultó letal para todos los suyos. “Mono” quiso embolsar un centro difícil muy cerca de la línea, y la pelota más que nunca enemiga se le escapó por abajo y terminó golpeando sus propias redes.

Esa falla del 1 le dolió a todo Gimnasia y fue el plus que necesitó Quilmes, que ya había hecho un par de méritos para lograr la hazaña, para animarse a más. El “cervecero” fue un rival cruel, que jugó con la desesperación de líder que estaba dejando de serlo, y se aprovechó de los espacios que le brindaban en tanto apuro por empatar.

Por eso el triunfo del local terminó resultando sin objetos. El ganador tuvo las armas, al perdedor no le bastó con las ganas y el sueño y por eso el 2-0 de Lucas Pérez Godoy, en tiempo cumplido y por arriba de Monetti, fue un verdadero tiro de gracia.

El dolor del “lobo” se agudizó al saber que con la derrota le dejaba el protagonismo servido a su archirrival “león”, que había hecho muy bien los papeles el sábado deborándose a San Lorenzo, y sobre todo a River, que sí pudo lograr sacar la ventaja que lo dejó a tiro del título.

Pero... Nada está perdido, recordó Pedro Troglio. Y es verdad. A Gimnasia le queda una chance para la última fecha. “No estamos muertos, tenemos posibilidades y hay que seguir. Tenemos una vida más, veremos que pasa con los demás”, avisó el DT. No está muerto quien pelea, dicen. (Especial)